martes, 24 de junio de 2008

"El reencuentro"

El reencuentro. Julián 5

Han pasado veinte años desde que se vieron por última vez. El orfanato cerró sus puertas y fueron separados, pero antes prometieron que volverían a reunirse allí mismo cuando cumplieran los treinta…

- Tenía tantas ganas de veros, dadme un abrazo.

Los cinco se abrazaron con fuerza. Llevaban veinte años sin verse pero se sentían tan unidos que pareciera que jamás se hubieran separado. Estaban verdaderamente contentos, se achuchaban y no dejaban de darse besos y de reír mientras hablaban animadamente. Tan sólo a uno de ellos se le notaba cierta intranquilidad, un deje en la mirada, como un no saber qué es lo que estoy haciendo aquí… no paraba de fumar.

- Luis, deja de fumar que te vas a morir.
- Tranquilo Fran, solo fumo por vicio.- Contestaba Luis sonrojado.
- Y tu Bea, estás preciosa, siempre supe que serías toda una belleza, no como estos dos que siguen igual de feos que siempre.

Fran siempre hablaba de los dos hermanos de la misma forma, siempre les trató de feos… aunque desde el cariño. Cuando él hablaba los demás callaban y luego reían, todos menos Luis, que no dejaba de fumar, si acaso algún esbozo de sonrisa mientras miraba hacia los lados.

- ¿Qué te pasa Luis, estás nervioso?- le susurra Bea cariñosa.
- Me emocioné al veros Bea, solo eso… ¿cumpliste con la otra promesa?- susurró a la chica.
- ¿Qué promesa?

Los hermanos eran gemelos pero se diferenciaban por el bigote, uno llevaba y el otro no. Eran fuertes o gordos o robustos, pero sobre todo vestían muy mediocre, nada de marcas, se notaba que eran carpinteros o albañiles o tal vez carniceros. Sin embargo Bea vestía muy bien; falda lisa blanca, recatada por debajo de las rodillas a juego con una camisa blanca muy escotada, parecía una puta cara y a eso olía.

- ¡Qué bien hueles Bea!- dijo uno de los hermanos gordos.

Fran era tranquilo, con la espalda siempre recta, sacando pecho y metiendo barriga. En un par de ocasiones le dio un par de azotes en el culo a Bea como si supiese a qué se dedicaba y ella… siempre sonriendo. Luis sin embargo andaba cabizbajo, se había quedado calvo… de tanto fumar seguramente. Tenía los hombros caídos, iba como metido hacia adentro, como si algo le pesara.

- Bueno que!¿Habéis cumplido la promesa?- preguntó sonriente Fran.
- ¿Qué promesa?- dijo uno de los hermanos mientras le daba un codazo al otro.
- La promesa, ¿acaso no lo recordáis?
- Yo tuve dos hijos- dijo Bea tratando de cambiar de tema.
- y tu Luis ¿recuerdas la promesa?...¿no serás policía verdad?...los policías fuman mucho.
- Hace mucho tiempo de aquella promesa Fran -respondió sonriente uno de los hermanos-.
- No me digas que hace mucho tiempo, de sobra sé que hace mucho tiempo, hace veinte años.
- Nosotros montamos una carnicería Fran, cerca de la playa, y no nos va nada mal ¿verdad hermanito?-intervino el otro hermano, el del bigote.
- Vamos a ver, ¿de que me estáis hablando?, Que carnicerías ni que ostias… prometimos que cada uno de nosotros mataría a un cura antes de volvernos a reunir y que traeríamos sus dedos en una bolsa para hacernos una sopa… jajaja, no os acordáis??? ¡Cómo éramos!, ¡qué asco les teníamos a esos cabrones! Venga anda, vámonos a comer, que invitan los carniceros.
- Luis, deja de fumar y de mirar de lado, que ya estamos juntos.
- Déjale Bea, que yo sé porqué está así, ¿verdad Luis?, pensaba que todos vendríamos con nuestro cura muerto y él aquí preocupado por no traer su ristra de huesos; anda bobo, vamos, que nos vamos a divertir. Luego veremos si nuestra amiga Bea nos enseña cómo le ha ido a ella la vida.

Y así se fueron todos juntos, abrazados y sonriendo. Luis iba el último, cabizbajo, tímido. Encendió otro cigarro y tiró al suelo un montón de huesecillos finos y largos.

Salud.

2 comentarios:

Luis del Gozo dijo...

¡Mmmmh!¿Deditos? Creo que me voy a fumar otro cigarro.

Anónimo dijo...

¡ay julián!,no te olvidas de ellos ni en sueños, mira que te gusta dedicarles unas letras.