Nací bajo el cielo de Madrid. Un rancio y cruel dictador miraba de cara al sol. Luego empezó a llover a cántaros.
Crecí entre seres que valía la pena querer, convencido de que otro mundo era posible… uno mejor. Me perdí entre las cloacas y el rock&roll. Me reproduje y en los ojos de mi hijo encontré la eternidad de los ateos y la posibilidad de ese otro mundo.
Dentro de mil años moriré, o tal vez antes si no soy capaz de hacer algo para evitarlo. Entretanto, trato de disfrutar de la vida y sus gentes animales.
2 comentarios:
Eres un crack, Julián.
Genial microautobiografía.
Un besote.
"en los ojos de mi hijo encontré la eternidad de los ateos"
Qué fuerte.
Qué buena.
Felicidades!
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