El primer monje subió a la última montaña para esperar el único amanecer. El último monje subió a la única montaña para descubrir el primer amanecer. El único monje subió a la primera montaña para encontrarse con el último amanecer.
Me has dejado marcando ocupado. Creo que no lo entiendo. Lo cual no es malo, porque tiene su misterio, su encanto. De todas maneras tarea para la casa.
Je, je, Pingüino, ya sabes que no me gusta mucho dar pistas pero mi intención, que no tiene porque coincidir con la interpretación del lector, era transmitir que sólo había un monje, una montaña y un amanecer, y que los tres eran los primeros y los últimos. Espero haberte dado línea ;-).
me recuerda a los jeroglíficos del periódico de los domingos, en los que yo intentaba, con papel y boli, descifrar y llegar a la conclusión de Ocón de Oro, que nunca coincidimos en las deducciones. Muy original, pero tus relatos... esos son canela fina.
5 comentarios:
Genial, original, "oriental".
Me ha encantado tu juego con las palabras.
Un abrazo.
Me has dejado marcando ocupado. Creo que no lo entiendo. Lo cual no es malo, porque tiene su misterio, su encanto. De todas maneras tarea para la casa.
Abrazos
Ha sido un placer volver a leerte, aunque me sabe a poco.Echaba de menos tus letras, tus palabras.
Como siempre, me encanta.
Je, je, Pingüino, ya sabes que no me gusta mucho dar pistas pero mi intención, que no tiene porque coincidir con la interpretación del lector, era transmitir que sólo había un monje, una montaña y un amanecer, y que los tres eran los primeros y los últimos. Espero haberte dado línea ;-).
me recuerda a los jeroglíficos del periódico de los domingos, en los que yo intentaba, con papel y boli, descifrar y llegar a la conclusión de Ocón de Oro, que nunca coincidimos en las deducciones. Muy original, pero tus relatos... esos son canela fina.
Publicar un comentario